martes, 18 de junio de 2013

FINANCIAL TIMES. Así se ganan empleados contentos

FINANCIAL TIMES. Así se ganan empleados contentos

Management y Marketing - Lunes, 17 de Junio de 2013 08:56




Por Lucy Kellaway


La semana pasada conocí a un profesor de diseño de oficinas que me habló muy emocionado sobre la creación de espacios visionarios de trabajo, un proceso que incluía llenar el aire con la fragancia de lino fresco. Después de un rato, le aseguré que lo único que queremos en nuestras oficinas es luz natural y un sitio relativamente cómodo dónde sentarnos.

“Está muy bien que digas eso”, me dijo bruscamente. “A ti no te importa lo que te rodea porque te encanta tu trabajo. No es así para la mayoría de las personas”.

Es verdad que me gusta mi trabajo. También es verdad que a la mayoría de las personas no les gusta nada su empleo. (Estoy evitando la palabra “amar” en esta instancia, ni se diga “pasión”, ya que ambos términos no son bien vistos en un empleado). Cada semana aparece otra encuesta que describe cómo el disgusto ocupacional domina en las oficinas. La semana pasada salió una investigación que mostró que 77% de los trabajadores del Reino Unido sentían que habían escogido la carrera equivocada. En EU, un informe reciente reportó que sólo 19% de los trabajadores estaban satisfechos en su trabajo.

Esto de que te guste o no te guste tu trabajo es la brecha más grande entre los satisfechos y los insatisfechos en la oficina y afecta lo que sentimos acerca del diseño –y todo lo demás. Sin embargo, la división es misteriosa– y tiene poco que ver con el éxito o el poder o el dinero. Las personas poderosas con salarios vastos casi nunca son felices en sus trabajos. Lo que mantiene su interés en el empleo es algo mucho más disfuncional.

Tomemos a Stephen Hester, a punto de ser retirado de uno de los empleos más recompensados y más repudiados del Reino Unido: la gestión del Royal Bank of Scotland. “Ha sido un trabajo muy difícil y traumático”, admitió la semana pasada.

Pero en vez de sentirse feliz por su salida de esa incómoda labor, mostraba una gran desilusión en el rostro. Como le confesó una semana antes al editor de la sección bancaria del Financial Times: “Odio no ganar. Lo odio”.

Es fácil concluir que el disgusto masivo que existe con respecto a los empleos profesionales es una aflicción moderna. Se podría decir que es el resultado del estrés de los trabajos –y de las altas expectativas que imponen. Entre más se le dice a los empleados que sus trabajos deben ser estimulantes y significativos, más les desagrada aquella actividad mundana y repetitiva que realizan día tras día. Pero después de todo, yo no creo que sea una enfermedad moderna. Es algo más atemporal: la mayoría de la gente simplemente no cree que ser un esclavo asalariado –aun un empleado profesional y privilegiado– es un arreglo satisfactorio.

El libro más sabio de superación personal, escrito en 1955 por Arnold Bennett, establece muy bien este punto. “La mayoría de los hombres de negocios normales, concienzudos y decentes... ponen tan poco como pueden, en buena conciencia, de sí mismos en ganarse la vida y... su vocación los aburre más que interesarlos”, él escribió.

El libro se llama 'Cómo Vivir 24 Horas al Día' y puede ser bajado de internet gratis: Yo recomiendo que todos lo lean en este momento. Pero si no quieren hacerlo, les puedo decir que Bennett no le da mucha importancia a un desagrado leve por el trabajo: es totalmente natural. No sugiere la búsqueda de un nuevo trabajo, o intentar mejorar nuestro empleo actual. La respuesta, dice él, es que cada trabajador aburrido debe encontrar una actividad entretenida que lo ayude a superarse en las horas en las que no esté trabajando o durmiendo.

Algunos de los consejos son un poco anticuados. Muchos de nosotros no podremos identificarnos con su sugerencia de que le pidamos a nuestro sirviente que nos deje una bandeja con “dos galletas, una taza y un platillo, una caja de fósforos y una lámpara de alcohol” para una taza mañanera de té para comenzar la lectura difícil del día.

Pero por otra parte el principio es totalmente sensato. También está totalmente fuera de moda.

La solución moderna al problema del desafecto es el movimiento de “participación de empleados” en la que los empleadores intentan involucrar más a sus empleados en su trabajo. A través de estos esfuerzos admirables, es posible que los trabajadores les desagrade menos el trabajo, pero dudo si realmente convierta el desagrado en agrado.

El gusto por el trabajo emana de 2 cosas, ninguna de las cuales puede ser controlada por los empleadores.
Puede surgir de nuestro interior: algunas personas tienen la bendición de nacer con un lindo temperamento que les ayuda a ponerle buena cara a todo. Puede surgir de estar a gusto con los que trabajan contigo.
O puede surgir del trabajo mismo. Muchos encuentran que les gusta más un trabajo que incluye un tipo de oficio. Escribir es un oficio y por eso me gusta.

El profesor tenía razón acerca de la insensatez de mi juicio.


Ya que me agrada mi trabajo, no me apetece la idea del olor de lino fresco. Por el contrario, Bennett pasó muchos años muy aburrido en “puestos serviles de negocios” y por eso tal vez se le debería tomar en serio cuando nos dice: “El balance apropiado e inteligente de nuestras vidas, tal vez dependa de la posibilidad de disfrutar una taza de té”.

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