FINANCIAL TIMES. Así se ganan empleados contentos
Management y Marketing
- Lunes, 17 de Junio de 2013 08:56
Por Lucy Kellaway
La semana pasada conocí
a un profesor de diseño de oficinas que me habló muy emocionado sobre la
creación de espacios visionarios de trabajo, un proceso que incluía llenar el
aire con la fragancia de lino fresco. Después de un rato, le aseguré que lo
único que queremos en nuestras oficinas es luz natural y un sitio relativamente
cómodo dónde sentarnos.
“Está muy bien que
digas eso”, me dijo bruscamente. “A ti no te importa lo que te rodea porque te
encanta tu trabajo. No es así para la mayoría de las personas”.
Es verdad que me gusta
mi trabajo. También es verdad que a la mayoría de las personas no les gusta
nada su empleo. (Estoy evitando la palabra “amar” en esta instancia, ni se diga
“pasión”, ya que ambos términos no son bien vistos en un empleado). Cada semana
aparece otra encuesta que describe cómo el disgusto ocupacional domina en las
oficinas. La semana pasada salió una investigación que mostró que 77% de los
trabajadores del Reino Unido sentían que habían escogido la carrera equivocada.
En EU, un informe reciente reportó que sólo 19% de los trabajadores estaban
satisfechos en su trabajo.
Esto de que te guste o
no te guste tu trabajo es la brecha más grande entre los satisfechos y los
insatisfechos en la oficina y afecta lo que sentimos acerca del diseño –y todo
lo demás. Sin embargo, la división es misteriosa– y tiene poco que ver con el
éxito o el poder o el dinero. Las personas poderosas con salarios vastos casi
nunca son felices en sus trabajos. Lo que mantiene su interés en el empleo es
algo mucho más disfuncional.
Tomemos a Stephen
Hester, a punto de ser retirado de uno de los empleos más recompensados y más
repudiados del Reino Unido: la gestión del Royal Bank of Scotland. “Ha sido un
trabajo muy difícil y traumático”, admitió la semana pasada.
Pero en vez de sentirse
feliz por su salida de esa incómoda labor, mostraba una gran desilusión en el
rostro. Como le confesó una semana antes al editor de la sección bancaria del
Financial Times: “Odio no ganar. Lo odio”.
Es fácil concluir que
el disgusto masivo que existe con respecto a los empleos profesionales es una
aflicción moderna. Se podría decir que es el resultado del estrés de los
trabajos –y de las altas expectativas que imponen. Entre más se le dice a los
empleados que sus trabajos deben ser estimulantes y significativos, más les
desagrada aquella actividad mundana y repetitiva que realizan día tras día.
Pero después de todo, yo no creo que sea una enfermedad moderna. Es algo más
atemporal: la mayoría de la gente simplemente no cree que ser un esclavo
asalariado –aun un empleado profesional y privilegiado– es un arreglo
satisfactorio.
El libro más sabio de
superación personal, escrito en 1955 por Arnold Bennett, establece muy bien
este punto. “La mayoría de los hombres de negocios normales, concienzudos y
decentes... ponen tan poco como pueden, en buena conciencia, de sí mismos en
ganarse la vida y... su vocación los aburre más que interesarlos”, él escribió.
El libro se llama 'Cómo
Vivir 24 Horas al Día' y puede ser bajado de internet gratis: Yo recomiendo que
todos lo lean en este momento. Pero si no quieren hacerlo, les puedo decir que
Bennett no le da mucha importancia a un desagrado leve por el trabajo: es
totalmente natural. No sugiere la búsqueda de un nuevo trabajo, o intentar
mejorar nuestro empleo actual. La respuesta, dice él, es que cada trabajador
aburrido debe encontrar una actividad entretenida que lo ayude a superarse en
las horas en las que no esté trabajando o durmiendo.
Algunos de los consejos
son un poco anticuados. Muchos de nosotros no podremos identificarnos con su
sugerencia de que le pidamos a nuestro sirviente que nos deje una bandeja con
“dos galletas, una taza y un platillo, una caja de fósforos y una lámpara de
alcohol” para una taza mañanera de té para comenzar la lectura difícil del día.
Pero por otra parte el
principio es totalmente sensato. También está totalmente fuera de moda.
La solución moderna al
problema del desafecto es el movimiento de “participación de empleados” en la
que los empleadores intentan involucrar más a sus empleados en su trabajo. A
través de estos esfuerzos admirables, es posible que los trabajadores les
desagrade menos el trabajo, pero dudo si realmente convierta el desagrado en
agrado.
El gusto por el trabajo
emana de 2 cosas, ninguna de las cuales puede ser controlada por los
empleadores.
Puede surgir de nuestro
interior: algunas personas tienen la bendición de nacer con un lindo
temperamento que les ayuda a ponerle buena cara a todo. Puede surgir de estar a
gusto con los que trabajan contigo.
O puede surgir del
trabajo mismo. Muchos encuentran que les gusta más un trabajo que incluye un
tipo de oficio. Escribir es un oficio y por eso me gusta.
El profesor tenía razón
acerca de la insensatez de mi juicio.
Ya que me agrada mi
trabajo, no me apetece la idea del olor de lino fresco. Por el contrario,
Bennett pasó muchos años muy aburrido en “puestos serviles de negocios” y por
eso tal vez se le debería tomar en serio cuando nos dice: “El balance apropiado
e inteligente de nuestras vidas, tal vez dependa de la posibilidad de disfrutar
una taza de té”.
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